A veces el dolor se convierte en una parte tan grande de tu vida,
que esperas que siempre esté ahí, porque ya no recuerdas la última vez
que no estuvo en tu vida. Pero entonces, un día, sientes algo más, algo
que parece malo, probablemente porque es algo desconocido. Y en ese
momento, te das cuenta de que eres feliz. La felicidad nos llega de
muchas formas, en la compañía de buenos amigos, en lo que sentimos
cuando hacemos realidad el sueño de otra persona, en la promesa de una
esperanza renovada. Es bueno que nos permitamos ser felices… Porque
nunca se sabe lo fugaz que puede ser la felicidad.
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